En 1986, el arquitecto japonés
Toyo Ito ideó un refugio para las muchachas nómadas de Tokyo. La vivienda,
fácilmente trasladable de un lado a otro de la ciudad, se estructuraba en tres
espacios: el mueble inteligente, que
contenía un aparato destinado a obtener información del exterior; el mueble para el coqueteo, una combinación
de tocador y armario donde la muchacha se maquillaba antes de salir al
escenario urbano; y el mueble para la
comida ligera, compuesto por una pequeña mesa y una alacena para guardar la
vajilla y demás utensilios de cocina.
Mobiliario del pao para muchachas nómadas (Fuente: www.efimeras.com)
Años más tarde, en 2008, la
Walking House (N55) daba sus primeros pasos por el puerto de Copenhague. A una
velocidad de vértigo -60 m/h-, este artefacto sostenible casi al 100%
desplazaba a una familia de cuatro miembros por toda la ciudad,
proporcionándoles un emplazamiento distinto para cada día.
Walking House (Fuente: www.n55.dk)
El sábado pasado, en un estudio
del centro de Palma, siete arquitectives se planteaban cómo debía ser la
vivienda para los nuevos nómadas, ésos que nos cruzamos diariamente en las
calles y en los aeropuertos, que vemos moverse de un lugar a otro con sus
compañías de circo, sus bandas de música o sus equipos deportivos. Los mismos
que se construyen refugios con cajas de cartón o se montan en aviones en busca
de oportunidades. De todo ello, salieron ciudades flotantes, casas voladoras,
pequeñas cabañas con terraza y estructuras imposibles que todavía intentamos
comprender.
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