Las piezas musicales se componen
de notas y silencios, que se combinan de determinada forma para dar lugar a
ritmos y sinfonías. Las obras de arte son combinaciones de volúmenes y colores
que, dispuestos en un cierto orden, nos
generan diferentes emociones. Pero, ¿se puede cantar el arte contemporáneo?
¿Puede un grupo de visitantes de un museo convertirse en parte de la
exposición? Durante el pasado sábado, veintidós pequeños burgaleses nos
demostraron que sí. Con ellos, y de la mano del CAB, nos adentramos en la obra
de Pello Irazu, artista guipuzcoano que, mediante el uso de distintas técnicas
artísticas, combina líneas, texturas, fotografías, muebles y objetos cotidianos, dando lugar a nuevos objetos que interactúan entre sí y con el espacio
arquitectónico expositivo.
Tras
conocer las influencias del artista, especialmente ligadas a las corrientes
constructivistas, nos pusimos manos a la obra con nuestra propia creación: una
composición diseñada a partir de objetos reciclados, basada en la abstracción y
en la combinación de volúmenes y colores... Y organizamos una nueva sala para
la fundación, con obras que, intuimos, se cotizarían al alza en cualquier subasta
de arte.
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