Aprovecharemos para confesar que una de las cosas que nos
encantan es asomarnos a las entrañas de las ciudades, descubrir
esos lugares casi secretos donde las calles se ensanchan para contarnos
historias remotas, donde si cerramos los ojos, podemos aun escuchar los
quehaceres de nuestros antepasados. Caminando hacia el Colegio de Arquitectos,
descubrimos que, en Palma, las entrañas tienen forma de patio. Que los
portalones de madera esconden arcos antiquísimos, ventanas renacentistas y majestuosas
escaleras de piedra. Que si viajásemos en el tiempo, entraríamos a comprar
harina, o aceite, o a sacar agua de la cisterna que el terrateniente compartía
con los vecinos del barrio.
Así, desde interiores en el exterior, arrancamos el taller
del sábado. En el COAIB nos reciben Dalí, Hopper, Matisse y Murillo, todos
ellos muy preocupados por la relación entre esos dos mundos, tan próximos pero
tan distintos. Nada más empezar, nos pillan con una pregunta trampa: ¿cuándo se
inventaron las puertas?... Aun no hemos encontrado una respuesta convincente.
Tras esta duda razonable, imaginamos edificios a partir de
sus ventanas, y con energías recargadas (a base de cruasanes y batidos de
chocolate), cerramos el círculo regresando a los patios, reinventándolos para
convertirlos en zonas de picnic, en tendederos o en espacios públicos muy, muy
coloridos.
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