En ocasiones, la frontera entre el medio ambiente natural y
el construido está en una línea de piñas, en el equilibrio de una roca, en una
sutil composición de flores secas. Este fin de semana, perdidos entre las rocas
metamórficas de Es Port des Canonge (Mallorca), hemos comprobado cómo la
interacción con la naturaleza puede llevarnos a la más profunda de las
meditaciones, a un confortable estado de concentración donde el sol, la brisa y
el sonido de las olas nos convierten en un elemento más del paisaje.
Diego Ingold y Mabel Moreno son los creadores de Encuentros
Amables, la propuesta donde un grupo de mentes inquietas se reúnen para explorar
un determinado territorio y convertirlo, con los recursos que éste ofrece, en
un museo al aire libre. Y es que el land
art, esa forma de expresión a veces subestimada, nos presenta el reto de
construir sin destruir, de jugar con el entorno dejando huellas efímeras que
perdurarán solo hasta que la propia naturaleza quiera. De convertir el medio en
un lienzo sin límites.
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