Un estornino, una libélula, un murciélago, una mariquita, un
dragón volador y un escorpión alado viajaron una mañana hasta Cala Millor, localidad
de la costa del levante mallorquín, para encargar a treinta pequeños
arquitectos la que sería su nueva vivienda. Cansados de sus típicos nidos,
cuevas oscuras y briznas de hierba, los seis aéreos bichillos pidieron rienda
suelta a la imaginación para modernizar sus tradicionales refugios, eso sí, reclamando
las condiciones que mantenían desde el principio de la especie. Querían seguridad,
protección y confort, materiales autóctonos y reciclables, construcción
sencilla, rápida y ligera... Todo ello, con un toque de frescura, líneas
contemporáneas y creatividad llevada a su punto álgido.
Éste que sigue, fue el resultado de tan complicada empresa.
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