El viaje de vuelta de los
encuentros internacionales lleva consigo
una mezcla de emociones contradictorias: por un lado, la desazón por el retraso
que sufre nuestro país en materia educativa; por otro, el anhelo de asumir el
reto de ponernos a la altura –aunque sea la de las rodillas- de los vecinos
europeos en lo que a desarrollo infantil se refiere.
Como viene siendo habitual en
este tipo de reuniones, el Simposio Get
Involved. Discover and create a common ground, celebrado en Venecia los días
19 y 20 de octubre, nos ha aportado interesantes ideas, puntos de vista y
ejemplos a seguir sobre el lugar que ocupan o deberían ocupar los niños y
jóvenes en el desarrollo de nuestras ciudades, así como una visión global del
incremento de iniciativas relacionadas con el medio ambiente construido en diferentes
lugares del mundo. En este sentido, Barbara
Feller, organizadora del evento, nos presentaba Kultur Kontakt Austria, una organización con más de 20 años de
experiencia en cooperación entre artistas, instituciones culturales y centros
escolares austríacos, financiada por el Ministerio Federal de Educación, Artes
y Cultura.
Sin embargo, el punto de partida
del congreso se basaba, como su propio nombre indica, en la búsqueda de las
bases que, aun en la distancia geográfica, compartimos los que nos dedicamos a
la enseñanza de la arquitectura; esa parte en común tan necesaria para que la
comunicación que pretendemos entablar se convierta en un diálogo productivo. Para SusanneHofmann, arquitecto berlinesa especializada en el campo de la participación,
dicho common ground reside en que
todos somos expertos en nuestra manera de entender el mundo y, por tanto,
deberíamos intervenir activamente en el diseño de los espacios de los cuales
somos usuarios.
Intervención en la Carl-Bolle Primary School de Berlin (fuente: www.baupiloten.com)
En la misma dirección, Angela
Uttke, fundadora de la asociación JAS (Youth Architecture City), aseguraba
que los niños, y en especial los jóvenes, son actualmente los principales
productores del espacio urbano: el skate, el parkour o el tradicional juego del
escondite les convierte en individuos definitorios del entorno construido, que
debería abrirse y adaptarse para fomentar el desarrollo de su creatividad. En
este punto, nos vino a la mente la noticia del cierre de setenta locales de
ensayo clandestinos en Son Bibiloni (Palma), donde ensayaban múltiples grupos de
la isla al no disponer de alternativas públicas asequibles. Nuestra principal preocupación tendría que
ser, pues, empezar a hablar en el mismo idioma, conocer la manera de comunicarnos
–el common groung- para posibilitar la involucración de TODOS los ciudadanos en
las que llamamos ciudades educadoras: territorios que promuevan la imaginación,
la crítica y la participación. Porque tal y como aseguraba Pihla Meskanen, directora de Arkki,
durante su ponencia, “conviene incitar el interés de los más jóvenes, ya que
tienen una vida por delante para descubrir su entorno”.
El parkour o arte del desplazamiento (fuente: www.parkour.com)
Pero las sorpresas del simposio
no terminaban en las exposiciones teóricas: lejos de colaborar en la impartición
de dos talleres para niños –idea preconcebida con la que llegábamos al evento-,
nos convertimos en sus propios participantes, aventurándonos a construir una ciudad
“de patas arriba” y a representar la biblioteca de la Bienal a través de un
juego de símbolos y contrastes.
Taller
Upsidedown city
Y tras esta memorable experiencia,
no nos quedó más que acercarnos a la laguna y admirar la que es, sin duda, una
de las más impresionantes puestas de sol del mundo.
Agradecemos al COAIB la colaboración prestada para nuestra participación en el simposio.
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