Los jardines son partes esenciales de las ciudades. Junto con los parques y la vegetación, en general, contribuyen a limpiar el aire de nuestro entorno, a mantener los ciclos del agua y a facilitar la convivencia de pájaros e insectos que permiten la reproducción de las plantas. A demás, nos proporcionan la sombra imprescindible en verano y hacen de nuestro medio urbano un lugar más humano y agradable.
Normalmente, encontramos los jardines en superficies horizontales, enraizados a la tierra. Pero a veces y cada vez más a menudo, plantas y flores trepan las paredes de los edificios, cubriéndolo todo de color y de vida.
El sábado pasado, 60 pequeños paisajistas quisieron sumarse a esta conquista. A la sombra del gran ficus, diseñaron y construyeron sus propios espacios verdes, que acabaron escalando el marés y convirtiéndose en parte del Jardín de la Misericordia.
Gracias a ellos y a Pep Lemon y AFACA, que amablemente nos cedieron muchas muchas cajas.
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