Todos los días, al caer la tarde, los participantes del
proyecto ESPAI se sientan en círculo para comentar la sesión. Libertad, fuerza,
seguridad o paciencia son algunas de las palabras que, para ellos, resumen su
trabajo diario.
En la sociedad actual, donde los valores a menudo se reducen
a la necesidad de “pertenecer” a algún lugar, colectivos como Amés nos recuerdan
la importancia de reconocer un hogar en nosotros mismos, un rincón propio y
seguro que se estructure desde el interior, libre de miedos y de juicios. Donde
el entorno no se imponga como guía, sino como escenario de creación. Donde todo
lo que nos rodea, lejos de dirigirnos, nos sirva de acompañante en el
crecimiento personal.
Durante diez días hemos tenido la suerte de trabajar con
Marek, Auba, Andreu, Naguir, Cintia, Manu, Lolo y Casto, que desde su mirada
adolescente nos han regalado movimiento, cansancio, inocencia y una forma de
ver el mundo que hacía tiempo que no practicábamos. Durante dos semanas, Rafael Moneo ha puesto el
marco para comparar el cuerpo con la arquitectura, para sentir cómo el ritmo,
tan presente en nuestras vidas, se refleja también en los edificios. Cómo las
estructuras, imprescindibles en cualquier tipo de construcción, pautan y
coordinan nuestros movimientos. Cómo las emociones, presentes en cada momento
del curso, son el hilo conductor de muchas obras arquitectónicas. Y todo ello,
que en principio se nos antojaba inconexo, se llena de sentido cuando los
arquitectos bailan, cuando los bailarines generan espacios, cuando cualquiera
de los chicos se acerca para darte las gracias.
Cuando presentamos ESPAI a la beca Pilar Juncosa, lo
planteamos como investigación sobre los materiales y sus posibilidades dentro
del lugar escénico y personal, no como espectáculo sino como proceso de
análisis. Pretendimos reforzar la confianza de los participantes, en sí mismos
y en los demás, a la vez que nos adentrábamos en un mundo de emociones también
desconocido para nosotros. No sabemos a qué nivel ni de qué manera (eso queda
en el hogar propio del que hablábamos)... Pero nos llevamos la sensación de que
lo hemos conseguido con creces.
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