Hasta hace escasos meses, conocíamos muy poco el Polígono de Levante. Alguna vez habíamos paseado por el parque que lo limita y otras tantas lo habíamos bordeado para acceder a la autopista. Por este motivo, diseñar un proyecto para un colegio de la zona nos parecía un doble reto: primero, por tener que explorar el vecindario desde cero; segundo, por la oportunidad de trabajar en un territorio complejo, tanto a nivel físico como social.
El Polígono de Levante (o Nou Llevant, como se le conoce desde hace unos años) es un barrio enmarcado en la segunda mitad del siglo XIX, coincidente con la Revolución Industrial y demográfica de la ciudad. Desde su origen, el barrio ha sido un centro de localización obrera, tanto por la ubicación de fábricas como por ser lugar de residencia de familias trabajadoras. Su tipología edificatoria, en gran parte residencial, se caracteriza por la alta densidad de los bloques de viviendas de promoción pública, así como por las plantas bajas abiertas y de uso común, que los vecinos se encargan de personalizar de los modos más diversos.
Una de las actuaciones del Plan Especial de Nou Llevant
fue la rehabilitación del recinto industrial Ca'n Ribas
Desde que se incluyera en la Ley de Barrios (que trata zonas con necesidad de intervención a nivel urbano, cultural, social y laboral), el polígono ha sido testigo de importantes reformas urbanísticas, especialmente de mejora del espacio público, encaminadas a esponjar su trama y dignificar sus servicios. Pero aunque en los planes de rehabilitación las actuaciones físicas son imprescindibles, no deberían en ningún caso desligarse del ámbito social y educativo. Seguimos insistiendo (nosotros, y la mayoría de sociólogos y urbanistas) en que la única manera de conseguir la complicidad de los ciudadanos es el fomento de su participación, el refuerzo de su sentimiento de identidad, la ampliación de sus conocimientos sobre el propio barrio y, en consecuencia, del respeto por el mismo.
Fue a principios de octubre cuando empezamos a recorrer Nou Llevant en bicicleta, a fotografiar sus calles originales y aquellas de reciente apertura. Entramos en sus zonas más "conflictivas" y hablamos con sus vecinos... Y con todo ello, nos presentamos a los alumnos de 5º de Primaria del CEIP Camilo José Cela. Desde el principio buscamos un trabajo conjunto: queríamos que abriesen los ojos, que conociesen el lugar en que viven con mayor profundidad, pero que, a la vez, nos enseñaran a entenderlo desde su punto de vista. A través de tal observación mutua, les pedimos que MIRASEN el edificio que habitan (algunos lo hicieron por primera vez en su vida), que recorriesen el barrio con ojos de explorador, fijándose en la estructura de las calles, en la disposición de las construcciones, en el diseño del espacio público. En los olores, en los sonidos, en cómo cambian un día de lluvia. No solo lo miraron, sino que lo dibujaron, lo describieron, lo construyeron y descubrieron (descubrimos) que es posible sorprenderse con lo más cotidiano.
A partir de todo ello, nos centramos en diferentes rincones del barrio, con el fin de diseñar propuestas de mejora adaptadas a las necesidades de la zona. De un estupendo trabajo en equipo (que les motivó a reunirse fuera del colegio para recopilar los datos necesarios) derivaron interesantes alternativas a los espacios existentes. Propuestas que dejaron claro -de nuevo- que nuestros pequeños ciudadanos tienen mucho, mucho que decir.
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