Cuando hablamos de escenografía, lo primero que nos viene a la cabeza es un teatro, con su escenario, su avituallamiento y todo aquello que los actores necesitan para hacernos comprender y compartir la representación.
En las ciudades, esa misma escenografía se traslada a los edificios, al mobiliario urbano, al espacio público y a cualquier elemento que configure el decorado de la mayor obra teatral conocida: nuestra vida cotidiana.
Ayer, 20 pequeños actores se acercaron a la biblioteca de Manacor para re-conocer su ciudad. La pasearon, la ad-miraron y la tocaron y gracias a todo ello descifraron muchos de los secretos que nos cuentan sus fachadas.
Pero el juego que proponíamos iba más allá: tras deducir que nuestra fachada es la vestimenta que lucimos, se convirtieron en sastres para diseñar su propia envolvente.
No podemos terminar este post sin pedir disculpas por el momento Delirious New York del álbum fotográfico... Cosas de los derechos de imagen :)
Arquitectos disfrazados de sus propios edificios durante el Beaux Arts Ball de Nueva York (1931)
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