En 1966, antes de la reforma del Passeig des Born, el historiador José Orlandis escribió:
"Dentro de pocos días van a
comenzar las obras de reforma de este viejo paseo, tan lleno de nostalgias y de
dulces recuerdos. Los que no alcanzasteis a vivir las postrimerías del pasado
siglo y los albores del presente, difícilmente podréis imaginar lo que representó
para la ciudad, el Borne de aquéllos tiempos. Cuando Palma aún era la capital de la Isla de la Calma, era el Borne el corazón
de todos... En las soleadas mañanas de invierno, o en las tibias noches de
primavera y verano, iba al Borne los jueves y domingos a escuchar los sones de
la banda del Regimiento de Infantería, que tocaba en lo
alto del escenario de madera. La gente vieja se sentaba en los sillones de hierro y los jóvenes daban vueltas
por el Paseo, en el que nacieron tantos amores.
Escenario para la banda de música en Es Born
Al desaparecer el actual paseo, os ruego que las losas de sus asientos o los hierros de sus respaldos, no vayan a parar al mar para servir de relleno a solares de futuras urbanizaciones. Desmontadlos con cariño y guardadlos para ser colocados, el día de mañana, previamente restaurados, en algún jardín, en alguna glorieta, como recuerdo de aquél viejo Borne que hoy agoniza."
Cuarenta y ocho años más tarde, en el mismo punto donde estaba aquel escenario, se levantaba un cubo metálico de cuatro metros de lado, cuyas caras enmarcaban las diferentes perspectivas del Paseo. Y allí estábamos nosotros, para desmontarlo con cariño y volver a convertir Es Born en salón urbano, en un punto de encuentro para paseantes curiosos, donde niños y no tan niños unían su arte e imaginaban la ciudad desde otros puntos de vista. Durante dos horas, recuperamos el bullicio que tanto extrañaría Orlandis... Y comprobamos de nuevo que la ciudad, cuando está viva, es mucho más interesante.
Escenario para que "pasen cosas" en la ciudad
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