"Coruña es como una minipenínsula que está en la otra punta". Dice uno de nuestros turistas al poner su primer pie virtual en tierras gallegas. Pero una vez nos adentramos sus calles, plazas y parques, descubrimos grandes parecidos entre aquella ciudad y la nuestra: encontramos enormes galerías, callejones empedrados, avenidas junto al mar,... Disfrutamos de sus jardines, de su arquitectura contemporánea, de la brisa fresquita del Atlántico,... Y poco a poco, gracias a la interminable curiosidad de los pequeños visitantes, vamos hilando un montón de preguntas que formularemos a nuestros amigos coruñeses.
De nuevo, nuestro cómodo sofá nos ha llevado a aprender cómo crecen las ciudades, cómo se distinguen sobre un plano los edificios singulares y qué relación existe entre el momento histórico y la estructura de un asentamiento. De nuevo, hemos tenido el placer de compartir experiencia con un grupo de intrépidos que se atrevieron, nada más y nada menos, a construir la fachada de La Lonja (que no es "el edificio donde se inventaron los palitos Pescanova").
Nosotros, aunque con ciertos problemas de estabilidad, levantamos al tiempo la Torre de Hércules, que aunque "después de tantos años ya debería haberse caído", continua en pie, imponente, dirigiendo los barcos hacia una ciudad donde, seguro, volveremos.
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