Desde tiempos inmemorables, la composición de las ciudades ha sido uno de nuestros máximos quebraderos de cabeza. El cine, la literatura y por supuesto la arquitectura han intentado descifrar cómo es esa urbe ideal donde todo cabe y donde todos vivimos a gusto. Mientras que las hormigas de Antz son felices bajo tierra, desplazándose dentro de asecensores-bellota, el hombre del futuro necesita moverse en naves, a velocidades de vértigo, entre construcciones de dimensiones colosales. Los primeros visionarios del siglo XX no eran muy optimistas: para ellos, la ciudad del futuro era una maraña de vías rápidas, oscura y lluviosa, sin a penas espacio para las personas. Era como si, de repente, la máquina sustituyera al hombre y los espacios urbanos de reunión ya no tuviesen importancia.
Hoy en día, afortunadamente, se está recuperando poco a poco la preocupación por las ciudades humanizadas, que tienen en cuenta los avances tecnológicos pero que devuelven a sus habitantes al lugar privilegiado que se merecen, proporcionándoles espacios públicos pensados para ellos. La vegetación, el ahorro de energía, la utilización de los recursos naturales o el respeto por el territorio dan lugar a ciudades más limpias, donde el día a día resulta mucho menos agresivo para el medio ambiente.
Los niños, muy conscientes de ello, piden ciudades verdes, que generen su propia energía, donde la masificación de coches no les impidan salir solos a la calle. Quieren desplazarse en tirolinas y en barcos hidroeléctricos, elevar los edificios para tener más espacio libre y construir jardines, plazas y mercados por doquier. Exigen, al fin y al cabo, una ciudad que les tenga en cuenta.
Eso es, precisamente, lo que intentamos el pasado sábado en el Colegio de Arquitectos de Palma: construir esa ciudad imaginaria de la que todos deberíamos tomar ejemplo. Una ciudad que imite los procesos cíclicos de la naturaleza, funcionando como un ecosistema (Reciclar + Reducir + Reutilizar). Quizás de esta manera estaríamos un poco más cerca de la urbe ideal que llevamos tantos años buscando.
Agradecemos su colaboración al Colegio de Arquitectos de la Islas Baleares.
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